Son dos el número de veces en las que llegó a mi mente aquel recuerdo del error que me hiciste cometer.
Tan ingenua, decidí creer en alguien que ni de sí misma se preocupaba y que todo lo que prometió, le brindó a otra.
Y tú, tan sordo, mudo y ciego que hoy en día haces como que no tienes idea de lo que sucedió, y sin embargo bailas en este problemón.
A ti a quien le di todo sin tener nada;
A ti a quien dediqué mi esfuerzo a lo imposible, en vano;
A ustedes que nunca cumplieron sus promesas y me dejaron vacía, llenándose mi buena fe;
A ustedes jamás dejaré de escribirles, por que son musas, las musas de mi dolor.
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